Río por asalto

Río por Asalto (2018)

“Los artistas vuelan más alto y más lejos de lo que suelen hacerlo nuestros políticos y empresarios. Y esta  misma semana ha venido a probarlo la inauguración de la XII edición de la Bienal de Arte Internacional de Shanghái, una mega exposición de arte que reúne obras de un centenar largo de artistas del mundo entero, entre las que sobresale Río por asalto de Clemencia Echeverri. Una impactante video instalación de seis pantallas de suelo a techo que responde a la duradera preocupación de esta gran artista por la suerte de los ríos de Colombia. Ríos que ha incorporado a su obra para evocar los horrores de la guerra sin nombre que durante tantos años hemos padecido y que aún pega coletazos mortales. Ríos como vertederos de cadáveres arrojados a sus aguas por asesinos en busca de impunidad. Ríos que han ahogado en su estruendo los gritos de los supervivientes. Ríos tan poderosos como las tormentas o los temblores de tierra, ríos como el Río Cauca evocado con fuerza esta conmovedora secuencia de imágenes. En Ituango, como bien se sabe, se decidió hace diez años construir una central hidroeléctrica de la que hace parte la represa que dará lugar a un lago artificial de siete kilómetros de largo y millones de hectolitros de agua debajo de los cuales quedaran sepultados pueblos, cultivos, bosques.

Los vecinos se opusieron al igual que los ecologistas convencidos de que los problemas que traen consigo estos megaproyectos superan ampliamente los beneficios que se esperan de ellos. Existen otras alternativas –afirmaban–. La megalomanía tiene sin embargo un alto precio y hace unos cuantos meses una parte de las obras cedieron a la presión de las aguas y se desplomaron. Los anuncios de catástrofe se cumplieron. El proyecto está ahora en veremos y a partir del impase Clemencia Echeverri ha compuesto una obra que es la crónica sincopada del Río Cauca, de su mansa emergencia de las entrañas de la Tierra, del crecimiento cada vez más impetuoso de su caudal, del apresamiento del mismo, de la furia con la que rompió la presa, de la muerte y destrucción que causó a su paso y de su final sepultura en el mar. Una crónica que es también un madrigal, un lied, un canto, un himno, un réquiem y una elegía y desde luego un sobrio lamento por la naturaleza agredida y un grito de protesta en contra de quienes tan irresponsablemente la agreden”.   

Carlos Jiménez 
Crítico de arte. 

Río por Asalto, Retrospectiva Liminal/Clemencia Echeverri,
Museo de Arte Miguel Urrutia (MAMU), Bogotá. 

Río por asalto: poética, política, erótica

Su trabajo [el del bailaor Israel Galván] consiste en aparecer y evolucionar ante la mirada de todos…
trata de construir cada momento del tiempo que baila como un acontecimiento de misterio y jondura.
Que aparezca la profundidad…Bailar sólo con pura y simple verdad…
El baile es el que produce e inventa, a flor de gestos y de momentos, “profundidad” e “interioridad.”
La jondura nace del baile jondo y no lo contario.”
 

 Didi hibernan, El bailaor de soledades

Como el Bailaor de soledades, caracterizado bellamente por Didi Huberman, el río en esta video-instalación reciente de Clemencia Echeverri encarna literal y metafóricamente, una fuerza vital. Puesta en evidencia en seis pantallas en sincronía, esta fuerza en su desmedida turbulencia, va horadando violentamente su cauce, arrastrando sin discriminación alguna todo lo que cae en su torrente. Su voz, audible de forma trepidante a través de siete parlantes expresa su gran potencia amplificando las imágenes del caudal imparable. Las imágenes y los sonidos en Río por asalto se entrelazan rítmicamente para que aparezca el ser del río en su fluir; para hacer posible a los espectadores vivenciar el impacto de los acontecimientos que lo asaltan y compartir su resistencia y rebelión. Las imágenes y los sonidos del río dejan que emerja su “profundidad.”

Así como arrastra y horada, el río como un torrente sanguíneo también fecunda, distribuyendo nutrientes al penetrar la tierra que lo circunda; las sombras de la vegetación sobre su cambiante superficie, así lo atestiguan. A medida que avanza, con una sonoridad a veces calmada y en ocasiones rugiente, este poderoso cuerpo de agua integra los sedimentos que llegan desde sus orillas: entre ellos los troncos de árboles caídos y también los de aquellos aniquilados por la maquinaria deforestadora. Los sonidos de estos últimos al retumbar sobre el agua denuncian a los responsables de su desplome. 

El detritus, al cubrir y hacer vibrar visual y auditivamente la superficie del río —a su vez lienzo sobre el que la artista se expresa—, atrapa y pone en perturbadora evidencia los residuos inorgánicos producto de un consumo humano descontrolado y desconsiderado. Alcanza tal nivel el abundante desperdicio que parece ahogar al mismo río. La superficie del agua, reflectiva en las zonas mansas, queda opacada. Los espectadores obtienen un reflejo de si mismos  pero en él no se reconoce ya la fuerza vital en su transparencia y translucidez; por el contrario, se niega la existencia de ésta hasta hacerla casi desaparecer. 

Pero no ha sido vencida. El torrente persevera en la definición de su trayectoria hasta verse compelido a canalizarse y dividirse al ser forzado a entrar por compuertas y túneles construidos para dominarlo, someterlo y ponerlo al servicio de la generación de energía eléctrica. Las edificaciones de la empresa a cargo contrastan de manera ofensiva, por su carácter masivo, con el flujo orgánico y de apariencia ligera del río. El estacato grave alerta sobre la amenaza que se avecina. Ante la afrenta, el cuerpo de agua se rebela con una potencia renovada haciendo estallar las estructuras, amenazando incluso vidas humanas. Las imágenes se cargan de violencia al demostrar su capacidad destructiva; violencia que recoge el grito triunfante del poder de la naturaleza ante cualquier intento de detenerla. El río parece ser ahora un río más poderoso ante el asalto.

Aún fluyendo, pero ya en calma en ausencia de declives y obstáculos, el agua en sus meandros empieza un proceso de seducción mutua —de acercamientos y distanciamientos, acogidas y rechazos— con el mar, su última morada. Encuentro que resulta ambivalente; no solo por los forcejeos eróticos entre los dos cuerpos de agua en una atmósfera lumínica y cromática de gran belleza, sino también por la presencia ominosa de cadáveres de manglares. Durante  las proyecciones finales, éstos cobran en las pantallas un protagonismo lacerante similar al de la basura atrapada en los sedimentos del río. Éste ha triunfado en su devenir hacia el mar. Los manglares, en cambio, incapaces de rebelarse y escapar como él, han fallecido ante la carencia de su equilibrio vital: aquel generado por la mezcla de agua dulce y salada en la que el río, paradójicamente, se convertirá al disolverse en el océano.

Como ocurre frente a la gran mayoría de las obras de Clemencia Echeverri, este texto nace de una reacción afectiva y reflexiva posibilitada por las técnicas de inmersión y distanciamiento utilizadas por ella. Sin embargo, la sensibilidad de la artista que deja que el río se exprese en su extrema vitalidad trasciende todo tipo de tecnicismo. Como el “bailaor de soledades”, ella se arriesga a entrar en sintonía y empatía con esa fuerza apasionante y arrasadora dejando que sea esa misma potencia la que sugiera preguntas esenciales e invite a los espectadores a plantearse cuestiones inevitables: ¿Qué diferencia hay entre las violencias del río y las de los asaltos a los que es sometido? ¿Cómo lograr un equilibrio mutuamente benéfico entre la vida del río, la de la naturaleza entorno y la vida humana? Si la muerte del río se da en su encuentro final con el mar, ¿cómo interpretar la que es producida por la deforestación, canalización, represamientos y ahogamientos sufridos por todo tipo de seres vivos, como consecuencia de indiferencia y desbalances evitables?

Más allá de respuestas concretas, al hacernos unos con el río para vivir su poética, su política y su erotismo tal y como lo sugiere la obra, nos encontramos también con un saber complejo y profundo “verdad pura y simple”; fuente de comprensión e intuiciones iluminadoras que nos desafían a descifrar claves ancladas en sus imágenes visuales y sonoras y en su poderosa e inquebrantable vitalidad. 

María Margarita Malagón-Kurka

Diciembre, 2018.

XII Bienal de Shanghái 
10 – 2018 / 03 – 2019

Curador:
Cuauhtémoc Medina
Co-curadores:
María Belen Sáenz de Ibarra
Yukie Kamiya
Wang Weiwei

Se inaugura la 12ª Bienal de Shanghái

(9 de noviembre de 2018, Shanghái, China) “Power Station of Art (PSA) anuncia la gran inauguración de “Proregress: la 12a Bienal de Shanghái” el 9 de noviembre de 2018 y se dará inicio a los City Projects. En espacios públicos destacados de la ciudad. La 12ª edición de la Bienal de Shanghai está organizada por el curador jefe, el historiador y crítico mexicano Cuauhtémoc Medina, en colaboración con la co-curadora María Belén Sáez de Ibarra de Colombia, Yukie Kamiya de Japón y Wang Weiwei de China. El equipo curatorial cree que: “esta bienal está dedicada a explorar la forma en que los artistas contemporáneos discuten y evocan la naturaleza ambivalente de nuestro tiempo. Los proyectos y obras que presenta esta exposición atestiguan la profunda participación de artistas de todo el mundo en la investigación crítica del presente y el pasado, en términos de la producción de formas de conocimiento estético y el cuestionamiento del papel de la cultura”.

La 12a Bienal de Shanghai presentó obras de 67 artistas y grupos de artistas de 26 países, incluyendo 20 de China, 31 de Asia, y esta es también la primera vez que las obras de artistas latinoamericanos se mostrarán a gran escala en la historia de la Bienal de Shanghái.

Informe para Prensa, PSA

Ficha técnica

Video instalación multicanal 
Duración: 09’44”. Loop
6 proyecciones
Sonido 7.1

Exhibiciones

Retrospectiva Liminal, Museo de Arte Miguel Urrutia, Bogotá. 2019. 

XII Bienal de Shanghái. Shanghái, China. Noviembre. Curadores: Cuauhtémoc Medina y María Belén Sáez de Ibarra. 2018-19.

ANHIDRYTHE. Biennale of Media Art. Barbarossa Cave, Alemania. 2019. 

Créditos 

Dirección: Clemencia Echeverri
Director de fotografía: Camilo Echeverri
Edición: Bárbara Santos
Asistente de edición: Juan Cuadros
Edición y diseño sonoro: Juan Forero
Locación: Río Cauca y Río Magdalena, Colombia. 

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