Supervivencias – 2012

Sucede en los horizontes nocturnos de los campos colombianos. El territorio se ha deshecho en el no-lugar de la guerra, y la casa, que estaba en su centro, también. La privacidad, la intimidad, los arraigos sucumben ante la invasión de las fuerzas violentas externas. Se sumerge en los laberintos de lo no visto y lo no nombrado. De puertas que cierran y abren, corredores interminables, rincones inescrutables. Y, finalmente, una invasión de presencias fantasmales que la desbordan. La casa ya no une, protege, limita ni resguarda. El territorio se ha deshecho en el no-lugar de la guerra, y la casa, que estaba en su centro, también. La privacidad, la intimidad, los arraigos sucumben ante la invasión de las fuerzas violentas externas.

La imagen descentrada de Clemencia Echeverri emerge de esta zona, de esos resquicios, de esos silencios, para reflexionar sobre lo que no se ve a pesar del exceso de visibilidad, sobre las fuerzas verticales y profundas de las capas de la memoria, sobre el presente cargado, sobre la imposibilidad del reposo en unos tiempos ansiosos. Es el revés de las brillantes fanfarrias mediáticas, el contra-relato del documental y la noticia, desde una perspectiva que se aleja de la luz, la claridad, la inmediatez, y se sumerge iconoclasta  en los laberintos ciegos de lo no visto y lo no nombrado. Allí donde se despliega un espacio denso cuajado por el tiempo. El territorio se ha quebrado física y mentalmente, ¿cómo hacer el nuevo mapa? 

 Sol Astrid Giraldo, filóloga