Es una videoinstalación/sonido de 5 proyecciones simultáneas, sonido 5.1 y cinco fotografías de gran formato. Esta obra es una confluencia entre lo poético y lo político, donde el espectador, bajo una experiencia que lo interpela, queda situado de manera inestable entre imprecisiones de la imagen y la voz impidiéndole acercarse al testimonio de desmovilizados del conflicto. La instalación está emplazada en varios puntos de la sala. En un eje central hay un video de amplio formato desde donde se emite el sonido y la voz. Además, en otro lugar de la sala, hay tres proyecciones estrechas y de tamaño mayor al natural que desplazan cuerpos por el espacio sin fin y en continua aparición y desaparición. La instalación continua con un video donde circulan personas de espaldas saliendo de la sala al infinito. El sonido 5.1 se desborda penetrando el espacio como materia que sostiene los diversos ejes de la obra.
INSTALACIÓN
El filósofo Gustavo Chirolla mencionó en su texto Interpelaciones para el catálogo de la obra: “Desde hace mucho tiempo el fantasma de la violencia y la violencia del fantasma recorren la escena artística colombiana, sin embargo el reto de Clemencia Echeverri en esta obra reside, según nuestra interpretación, en la puesta en juego, problemática y paradójica del fantasma, no desde la perspectiva de la víctima, ella misma lo había hecho con el fantasma del desaparecido en Treno, sino desde la perspectiva del victimario. Por supuesto, el que el perpetrador pueda ser asediado, atormentado por los fantasmas de sus crímenes, es un asunto tan antiguo como la tragedia griega.
De todas formas, aún si la culpa y el arrepentimiento hacen parte de la puesta en escena de Versión libre, el emplazamiento en que estamos inmersos nos desplaza a otro lugar, nos pone en una situación distinta, una situación de enunciación y de interpelación, somos nosotros allí, mientras circulamos por un espacio clausurado a nuestro alrededor, quienes somos interpelados. Según Louis Althusser nos constituimos en sujeto de interpelación, cuando nos reconocemos como destinatarios de un discurso. Allí estamos nosotros conminados a responder, a corresponder de alguna manera, de qué manera sea es la cuestión, la incertidumbre en que nos arroja la obra, de corresponder al fantasma del victimario, a su discurso interpelante, a su relato, a su confesión, a su demanda”.
Dirección General: Clemencia Echeverri Edición de video y sonido: Clemencia Echeverri Cámara: Javier Quintero Diseño y montaje de sonido: Santiago Camacho Asistencia de Producción: Lattitude